Me gusta notar el brillo de tus ojos,
cuando el deseo se refleja en ellos.
Anhelo pasar los labios por tu piel,
y libar la miel del monte en ella.
Me llena este amor desobediente,
contradictorio, inmenso como tu corazón.
En nuestro habitáculo todo se vuelve incandescente.
Un apetito violento que acaba en la más sosegada ternura.
Tu caricia se hace lenta, inagotable,
impacta en lo más profundo de mi alma.
Pierdo la lucidez en cada encuentro,
me posee la locura de este amor.
El ritmo de mi respiración lo da tu boca.
Hoy me rindo a tu delicado trato,
y al implacable sentimiento que crece en mi ser.
Sakkarah